Hace varios años, estaba en Mendoza, madreado después de no haber hecho cumbre en el Aconcagua. Eran las 2 o 3 de la mañana. Me sorprendió encontrar heladerías y cafés internet abiertos a esa hora, aún más el que hubiera niños en ambos. Entré al segundo.
Ta vez por no tener la cumbre, o tal vez porque era mi primera vez solo en otro país, terminé googleando «el sentido de la vida». Di con un blog homónimo, muy cagado, muy real, la historia de un español que escribía con estilo Palahniuk. No sabía si era ficción o verdad, no me importó, solo quería más de esa visión sucia y honesta que unas letras bien articuladas me ofrecían.
Resultó que era verdad. El autor, un tal Gonzo, narraba su vida y tenía un séquito de lectores que luchaban por ser el primero en comentar cada uno de sus relatos, desde su visita al proctólogo de manos tibias[1], hasta el drama telenovelero de su llamada «Superindecisa»[2].
Lo encontré en diciembre de 2003 y me hice un regular del lugar. A veces la compañía que se busca se encuentra en lugares inesperados. Como todos, he encontrado abrigo en muchas letras, la mayoría contenidas en librerias, con una etiqueta y una fotito en la solapa. Es curioso encontrarla en un blog, en un diario que se sigue escribiendo.
Y apenas el año pasado me enteré de que Gonzo tiene un alter ego llamado Javier Malonda. Por medio de un invite en facebook y sus consecuentes status updates, noté ocasionalmente su metamorfosis de Gonzo a Javier, de Realismo Sucio a Programación Neurolinguística, con otro blog [3], su taller de seduczión [4], y en agosto pasado, el diagnóstico de cancer de páncreas a su madre.
«Ya ves tú, cáncer de páncreas. El páncreas; ni siquiera sé lo que és ni lo que hace. Esa parte de cada uno de nosotros. Ese gran desconocido, probablemente junto con el bazo. Uno sabe lo que son los brazos, pero el bazo y el páncreas pertenecen a la clase de órganos anónimos que casi se solapan con ese gran órgano eminentemente inútil según la medicina moderna: el apéndice, el órgano que sólo da disgustos.» [5]
Creo que fue en ese momento cuando su blog dejó de ser el espacio jocoso al que recurría cuando necesitaba empatizar con una visión jodida e irónicamente virtuosa del mundo. Caí en cuenta de que había estado leyendo la historia de su vida, una ventana de cientos de mosaicos escritos en 9 años que daban vista a una persona de verdad. Estoy tan acostumbrado a leer de personajes, que se me olvida que algunos han sido reales.
Tiene menos de una hora que leí sobre la conclusión de lo que escribió en agosto. Una parte de mí lo tomó como ficción, con la paradójica distancia, ajena pero entrañable, que despiertan los personajes leídos y no abrazados con la carne. Otra parte de mi abrió los ojos y se pasmó ante el paso de la vida, evidenciado con dos fotografías a la mente de una persona, de esos contrastes que hacen que te des cuenta de que sí pasa el tiempo, que no eres inmortal, aunque el verte a diario en el espejo provoque el efecto de que nada cambia, de que nada pasa. En realidad es todo lo contrario, y va con una prisa despiadada.
Hoy Javier publicó el relato sobre el fallecimiento de su madre. El sentido de la vida: la muerte. [6]
No tengo mucho que decirte Javier, más que entregarte un enorme agradecimiento por permitir que el mundo acceda a tu vida. Los huevos que se necesitan son de gente grande, y lo has hecho como tal.
Te ofrezco estas humildes palabras como mínima retribución a la compañía que he encontrado en las tuyas. Comparto siguiendo tu ejemplo.
Que el viaje sea lleno de luz.
R.
Citas:
[1]. http://www.elsentidodelavida.net/tengo-nueve-puntos-de-sutura-en-el-pene
[2]. http://www.elsentidodelavida.net/search/node/superindecisa
[3]. http://www.javiermalonda.com/
[4]. http://www.elsentidodelavida.net/node/886
[5]. http://www.elsentidodelavida.net/node/889
[6]. http://www.elsentidodelavida.net/el-sentido-de-la-vida-la-muerte
Un comentario en “El sentido de la vida”